El 605

En el 605 pasaron muchas cosas. Noches infinitas de estudio. Otras noches que quisieron ser de estudio y terminaron en conversaciones sobre la vida, el amor, el desamor, el sexo, la religión, la política. Noches de carretes interminables, algunas con personas que después desaparecieron de mi vida, la mayoría con los que siguen en ella. Días sentada frente al computador, trabajando, chateando, con las amigas, sola. Muchísimos días sola. La mayoría buenos, de lectura en mi camita, de conversaciones por msn, de algún cigarro en el balcón, de música siempre, de baños de tina llenos de espuma con un cafecito y un libro. Algunos tristes, días de pena, de soledad, de algunas lágrimas, de resfríos y tecitos que tenía que hacerme yo misma. En el 605 estuvieron mis pololos, los one night stand, ahí terminé mi relación más importante y empecé otras. También hubo confesiones -muchas, algunas chocantes-, consejos, desahogos, muchos quesos, juegos de cartas y de canciones, discusiones, peleas, rabietas y pataletas. Noches de producción antes de salir a algún "evento tipo", gente que se quedó a dormir, besos robados, vecinos simpáticos, mañosos, enamorados. Conserjes pesados, conserjes increíbles -los de la noche-, un administrador enfermo de antipático.
En el 605 pasaron muchas cosas. Muchas no las recuerdo, otras no se me van a olvidar nunca. Allí pasé casi cinco años de mi vida, unos años maravillosos. Allí estuvo la gente que más quiero: mi familia y mis amigos. Ahora estoy en Conce, no sé hasta cuándo. Tampoco sé dónde iré después, ni qué haré con mi vida, ni qué será de mí. Pero sé que el 605 es un número que me va a quedar en el corazón por todas las lindas cosas que ahí viví.













Primero: todo embalado. Después: todo vacío.