Cinco años no es nada

Hoy día, junto con mis estimadas colegas, tomé el primer test de actualidad del año. Para variar, tengo a primero, que además de ser los más numerosos, son por supuesto los que menos cachan. Yo no sé si es la perspectiva del tiempo, pero estoy segura que cuando yo entré estaba bastante más informada que estos pajaritos y que no era tan tímida ni pollito para mis cosas. Ahora bien, no es que yo haya sido nunca tímida, la verdad.
El tema es que observándolos mientras respondían sus preguntas anduve medio retrocediendo hasta mi primer año. Y ahora que lo pienso, no fue hace tanto. Pero me ocurre que a veces siento que ha pasado demasiada agua bajo el puente -que ha sido efectivo- y otras siento que no ha pasado nada de tiempo. La cosa es que no me di cuenta en qué minuto llegué a estar en quinto año, habiendo terminado mi práctica y enfrentándome con el último semestre lectivo... si me pongo a pensar en los años que han pasado, no sabría decir bien en qué minuto se me escaparon de las manos, cómo pasamos de uno al otro sin darme cuenta, envejeciendo yo misma hasta llegar a mis 22 años... (horror).
Sin embargo, si me pongo a pensar en experiencias... tengo para regalar. Amistades hechas y terminadas, traiciones, amores, dolores, grandes alegrías, ayudante de varios ramos, experiencias inolvidables, carretes memorables -grandes Marce, Mel, Fran-, la práctica en Reportajes de La Tercera, tantas cosas la verdad... esas sí recuerdo cuándo ocurrieron, cómo, dónde...
Y ahora ya se empieza a acabar esa etapa, los años universitarios, queda cada vez menos... No sé por qué, pero últimamente una pregunta que me hago recurrentemente e incluso inconcientemente es... ¿qué será de mí? El tiempo -supongo, espero- lo dirá.