*** Rincón de los pEnSªMiEnTºS ***

Este es simplemente un rincón para botar esos pensamientos que a veces nos rellenan la mente y no tenemos dónde dejarlos... ¿por qué publicarlos? No sé, quizá puede servirle a alguien. Y de paso, puedo saber lo que piensan ustedes de lo que pienso yo. =)

24.4.06

Cuando todo era simple

Cuando yo era chica, todo era más simple. Me imagino que cuando somos chicos siempre todo es más fácil. Cuando era chica mi pieza daba al patio y entraba el tibio sol sureño. Todos los días, después del almuerzo y antes de volver al colegio, yo me tiraba en el suelo, al frente de la ventana, a leer y sentir el sol en mi cuerpo. Nadie entendía por qué no me tiraba en la cama, siendo que era (es) tan cómoda, blandita y exquisita. Pero yo quería robarme unos de esos rayos de sol, sentirlos entibiar mi cuerpo mientras las páginas corrían entre mis dedos y las letras ante mis ojos. De hecho, los años pasaron y yo seguí tirándome frente a la ventana a leer. Cuando murió la Mambita, mi bisabuelita que era como mi abuelita, a mí me dieron su poltrona, esa en la que se sentaba siempre. Mi papá la mandó a retapizar y quedó exquisita. La puso en mi pieza con el afán de que pudiera acercarla al solcito y no ver más a su hija tirada en el suelo leyendo. Pero no resultó. Era el contacto con la alfombra, el mirar el pastito, no sé, no podría explicarlo...
Cuando llovía me iba a leer al frente de la estufa. Me sentaba con las rodillas bien pegadas al cuerpo, y leía, leía y leía. El calor de la estufa me reconfortaba el alma. Siempre trataron de sacarme de ahí, mi mamá decía que hacía mal, que cortaba el paso para su pieza, no sé. Pero yo me seguía quedando ahí. En Pucón, hasta el día de hoy siempre me instaló frente a la chimenea a leer. Ahí sí uso la poltrona -que terminó allá- y me instalo bien pegada al fuego, tanto que el papá se ríe de mí. Debo parecer un ratoncito frente al fuego... y si la chimenea está apagada pero mi particular termostato considera que hace frío, prendo la estufa de pared que está frente a mi pieza y de nuevo me instalo ahí a leer.
Será que cuando leo me transporto a otros mundos, pero siempre estoy tan tranquila... me invaden el miedo, la pena, el temor, la desazón -según sea el tema del libro- pero siempre siento una especie de paz. Cuando era chica todo era más simple y cuando leo sigue siéndolo, aunque esté metida en las tierras más extrañas de la fantasía. A veces quisiera que todo volviera a ser así de fácil: ir al colegio, leer, estudiar poco -casi nada-, estar de vuelta en el teatro, seguir con mis cursos de cine, y hacer el sinnúmero de cosas que hacía. Leer mucho, tirarme frente a la ventana, escuchar a la mamá de fondo, tener la certeza de que está ahí. Sentir al papá llegar en la tarde, las discusiones de los niños, el olor a almuerzo recién hecho. Poder ir a esconderme entre los brazos de la mamá en su cama gigante, perderme en su amor, leer o domir con ella... a veces simplemente quisiera dormir y dormir, sin parar. Mucho tiempo, muchas horas, sin darme cuenta, sin saber que pasa el tiempo, sentir mientras duermo que estoy en mi casa, que estoy tendida al lado de mi ventana, que estoy leyendo y que de fondo de escucha la lluvia o se siente e sol.
No sé realmente por qué ando así, media melancólica. Será el cansancio, el dolor de cabeza, el sueño acumulado. Será que antes todo era tan simple y ahora es tanto más complicado...

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