*** Rincón de los pEnSªMiEnTºS ***

Este es simplemente un rincón para botar esos pensamientos que a veces nos rellenan la mente y no tenemos dónde dejarlos... ¿por qué publicarlos? No sé, quizá puede servirle a alguien. Y de paso, puedo saber lo que piensan ustedes de lo que pienso yo. =)

31.10.06

Así fue mi titulación (antes y después)

Se suponía que teníamos que estar a las seis y media en el Salón Fresno del Centro de Extensión para que nos "ordenaran". Eran las cuatro y media y yo estaba en el mall buscando chalas y maldiciendo el no haber aprendido nunca a andar con tacos. ¿Por qué todas las chalas bonitas tienen unos tacos asesinos? Cuando salí del colegio me pasó lo mismo: semanas buscando unos benditos zapatos que no me hicieran caerme cuando subiera al escenario. Pero bueno. Al final encontré lo que buscaba y partí rauda con la mamá al departamento.
Todo partió, en realidad, el sábado. La verdad es que ropa formal en mi closet no hay. Pero en la invitación de la ceremonia de titulación decía "tenida formal". Obligada a ir a comprar. Así es que cuando llegó la familia -léase mamá, papá y niños- partimos al mall. La mamá y yo buscando ropa por un lado, el papá y los niños entreteniéndose por su cuenta. Después de recorrer entero el Alto las Condes, decidí que nada me gustaba lo suficiente. Así es que nos fuimos al Parque Arauco. Y ahí, quince minutos antes de que cerraran las tiendas, encontré la falda. Muy bien, dirán ustedes, pero todavía me faltaba la polera. Mal.

Esa noche fuimos donde mi madrina, que tenía un rico asadito para celebrar a su ahijada-sobrina periodista. Todo muy lindo y muy rico. Lo pasamos muy bien, pero nos fuimos tempranito porque estábamos cansados. El domingo todo fue más rápido: primera tienda que entramos en el Apumanque, encontramos el resto de la ropa. Me corté el pelo -mucho!!!- y nos fuimos a la casa del Quique, donde nos estaban esperando con un asado y muchas cositas ricas para celebrar. Me regalaron unas flores maravillosas y una tarjeta que me sacó unas lagrimitas locas. Tan llorona que me han de ver.

Y luego, el lunes. Abrí los ojos a las siete de la mañana. A las nueve y media estaba en el gimnasio, working, working. Después me fui a la U a tomar prueba de noticias con el Álvaro. Y juntos nos fuimos al mall a juntarnos con mi familia. Comimos súper rico en el Gatsby y de ahí, a buscar las chalas. El papá y los niños huyeron raudos, el Álvaro se fue a hacer clases y ahí nos quedamos con la mamá, dando vueltas las zapaterías, hasta que al fin las encontramos. De ahí al depto, la mamá me planchó la falda -tengo graves problemas planchando ese tipo de hechuras-, la fui a dejar a donde se estaban quedando y vuelta a ducharme, peinarme, maquillarme y vestirme.

A las 18.20 me bajé en Pedro de Valdivia a juntarme con Mosso. Se veía preciosa. Nos fuimos riendo y contando nuestras anécdotas hasta la U y ahí empezó el trajín: saludar a todos, apurar a los papás para que llegaran, lo típico. Pasado las siete entramos a la sala, encontramos los asientos y nos instalamos. La ceremonia fue rápida, bastante típica, amigable. Hasta hubo inesperados discursos. Pero todo muy bien. Salí con tres diplomas: Periodista, Licenciada en Información Social y un Certificado Académico en Educación. Nice.
Pero lo mejor del día vino después. Le presenté a mi familia mis amigos, mi papá sacó millones de fotos, posando, con la Caro, la Dani, Álvaro, la Marce, la Cony... con la mamá y mis niños que se veían preciosos con sus camisas. Y después, a comer. El papá no me quería decir dónde íbamos. Los niños tampoco sabían. La mamá, según ella, no tenía idea de nada, aunque después me enteré que estaba al tanto de todo. Después de un rato arriba del auto llegamos al Ritz-Carlton, ni más ni menos. Y ahí me inivitaron a comer. Todo estuvo perfecto: desde la copa de champagne hasta el postre con dedicatoria. Entremedio me entregaron una carta preciosa y me dijeron lo que era mi regalo. Me dieron, además, un regalo hermoso: un anillo que había sido de mi abuelita y que ella pidió que fuera para mí. Ahí me emocioné el doble. Yo les entregué a los papás la carta que les había escrito y les tocó a ellos y los niños que se les aguaran un poquito los ojos. Y después a la casa. Una noche perfecta, de compartir con los amigos, de disfrutar muchísimo con la familia, de reírse - no se imaginan cuánto- y de dormir feliz. Más que por la ceremonia y el título, por poder darme cuenta, una vez más, de lo maravillosa que es mi familia y lo increíbles que son mis amigos.

Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 2.0 Chile License.