*** Rincón de los pEnSªMiEnTºS ***

Este es simplemente un rincón para botar esos pensamientos que a veces nos rellenan la mente y no tenemos dónde dejarlos... ¿por qué publicarlos? No sé, quizá puede servirle a alguien. Y de paso, puedo saber lo que piensan ustedes de lo que pienso yo. =)

5.7.06

Humillada y ofendida

Hoy día tenía el bendito examen de Información de la Actualidad. Me presentaba con un 5.1 y necesitaba un 1.3 para pasar. Sabía. Estudié. Me manejaba sobre todo en Internacional. El ayudante -Manuel, que se portó increíble- me hizo pasar a la oficina del profesor. Yo, como una niña bien educada, lo saludé.
- Buenos días, profesor.
Silencio absoluto. Me empecé a sentir mal. Manuel me indicó una silla y yo pedí permiso para sentarme. Nuevamente, silencio absoluto. Me sentí un poco peor.
- ¿Usted es Laura?, me preguntó sin mirarme, hojeando las notas.
- Sí profesor.
- Manuel, empiece a preguntarle.
Le respondí a Manuel lo que buenamente pude con el cansancio de noches sin dormir. No sólo anoche, sino semanas. La verdad es que lo que monopoliza mi mente hace semanas es el bendito libro de Periodismo de Investigación que hay que entregar el viernes. Manuel finalizó su pregunta y entonces el profesor empezó a preguntarme. Seguía sin mirarme.
Yo le buscaba la mirada, porque estoy acostumbrada desde siempre a mirar a la gente a los ojos. Cuando por fin se la encontré, me arrepentí. Me sentí como una verdadera garrapata. No sé cómo se sentirá una garrapata, pero en ese minuto fue lo que pensé. Me llenó de preguntas, pero estaba tan intimidada y nerviosa que fui incapaz de responder correcta y coherentemente. Al final me despidió con un simple "váyase". Salí en estado de shock. Caminé digna hasta la puerta, aguantándome las lágrimas, me despedí -adiós, profesor- y él fue incapaz de darme una respuesta. Sabía que me había ido pésimo.
Cuando llegué afuera, me largué a llorar. Me senté en una silla y sentí que me corrían las lágrimas solas, sin poder contenerlas. Nunca me había sentido así, tan humillada.
Los que me conocen saben que no soy histérica y que no colapso en los exámenes. De hecho, los exámenes orales son mi fuerte, tengo harto blablá y no me intimido con casi nada. Cuando di el DALF tuve que pararme a hablar en francés delante de una comisión de tres viejos franceses cual de todos más brígido. Pero esta vez fue diferente. No sé por qué, pero su expresión, su mirada de desdén me mató.
Una compañera había salido llorando antes y yo me pregunté cómo podía ser tan mala onda. Ya me habían dicho que el señor en cuestión no era precisamente lúdico afectivo para sus cosas, pero no lo entendí hasta que lo experimenté.
Después de 15 minutos de tensa espera, entré a Internacional, que era mi fuerte. Pero estaba tan nerviosa y mal que me fui a negro de nuevo. Respondí un par de cosas y colapsé. La profesora, eso sí, fue mucho más amorosa.
Pasé el ramo. Pero ahora lo único que quiero es que se acabe todo, egresar, y olvidarme de la mirada del profesor, que parecía que estuviese contemplando a un bicho al que había que aplastar. Y lo hizo.

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